Las especies exóticas invasoras son aquellas especies que se introducen o establecen en un ecosistema o hábitat natural o seminatural, y que se convierten en un agente de amenaza y cambio para la diversidad biológica nativa, tanto por su comportamiento invasor como por el riesgo de contaminación genética.
En España estas especies se contemplan en el Catálogo de especies exóticas invasoras, regulado por el Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto.
Una especie invasora no tiene por qué haber sido necesariamente introducida por el hombre, también puede haberse introducido de manera accidental. Además, para considerarse como invasoras no es suficiente con que se establezcan en un nuevo área, sino que deben poder extenderse en él, lo que suele llevar implícito un efecto negativo en las especies nativas.
En el caso de la Chumbera (Opuntia ficus-indica) se trata de un arbusto originario de Méjico que se introdujo de manera intencionada para su cultivo. Este arbusto es un cactus con forma de matorral, que servía como alimento de las cochinillas, que eran esenciales para la producción de ciertos tintes.
Posteriormente se ha utilizado como planta ornamental para configurar setos en zonas áridas y para el aprovechamiento de sus frutos. Actualmente se encuentra extendida por diversas zonas del mundo, como Australia, América del Norte, Asia occidental y el sudeste de China. En España se localiza de forma extendida por la zona sur de la Península y por la costa mediterránea, también en los dos archipiélagos y en las islas Columbretes y de Tabarca.
La problemática de esta especie es que en zonas áridas compite con la vegetación autóctona desplazándola e impidiendo su expansión. Como ejemplo, cabe destacar que se ha encontrado invadiendo pinares en las inmediaciones del Parque Nacional Doñana. Además, sus flores atraen a muchos insectos por lo que limita la polinización de las especies autóctonas.
Por otra parte su presencia dificulta labores de pastoreo puesto que los animales pueden herirse con sus espinas al pasar o intentar alimentarse de sus frutos.
Uno de los principales inconvenientes que presenta su erradicación, es que esta especie es capaz de regenerarse a partir de cualquier fragmento que haya caído al suelo, por lo que los métodos de control son poco eficaces. La manera más efectiva para su control es el fuego, puesto que no puede rebrotar después de un incendio, aunque esta medida no es aconsejable por sus riesgos en climas mediterráneos.
Las especies invasoras constituyen una de las principales causas de pérdida de diversidad en el mundo, ocasionando graves problemas en hábitats y ecosistemas e incluso en la economía o salud pública. Por ello es necesario actuar de manera preventiva, puesto que su control es extremadamente complicado, poniendo especial atención a los vectores de introducción para así evitar y disminuir las invasiones.